viernes, 10 de septiembre de 2010

Vivencia, por Adriana Reinoso

Describir la vivencia del vínculo con el cuerpo, el movimiento y el otro, va más allá de las experiencias que puedan ser escritas en los libros.
Hablo de vivencia en el aquí y ahora, en ese diálogo del cuerpo donde el espacio, el tiempo y la energía lo envuelven y lo transforman al ser humano que danza.
La vivencia es única, personal e intransferible.
El trabajo corporal modifica la conciencia del hombre, en su vínculo con el cuerpo, su memoria y su esencia.
Todas las técnicas y disciplinas corporales promueven diversos modos de llevar al cuerpo la experiencia que permitan explorar sensaciones, registros, de zonas dormidas, calladas. Que se reprimen y silencian, pero los silencios perduran y actúan en forma inconsciente o preconciente, hasta lograr su acceso a la conciencia, a través del cuerpo, que se manifiesta mediante el dolor, la tensión, la enfermedad.
El trabajo con el movimiento, permite acceder a otras dimensiones en esa búsqueda, permitiendo descargar y recobrar esas emociones guardadas y algunas veces olvidadas en algún lugar del cuerpo.
El placer del movimiento, le permite al hombre desplegar sus alas a un universo muchas veces desconocido. La danza es uno de los medios más antiguos de expresión artística y terapéutica del hombre.
Las personas que han vivenciado situaciones donde su cuerpo físico ha sido agredido o ha transitado por intervenciones quirúrgicas o accidentes, relatan como esta experiencia los ha modificado.
Estas vivencias donde la vitalidad circula entre el miedo, el desequilibrio, el dolor y las expectativas, deja huellas que transforman el aquí y ahora de cada ser humano.
A partir de los relatos, me surgen interrogantes, dudas y sentimientos ante la atención de estos cuerpos.
Donde la ciencia no toma encuenta la manera de acceder a estos cuerpos, los excluye por su singularidad, por ser atípicos, por escapar de las clasificaciones, por extraños, por tantas cosas que ni Ellos saben.
Estas fuerzas subterráneas que hacen temblar las paredes del saber instituido, son las fuerzas del dolor, del miedo, y de lo desconocido, humildemente pienso, que es posible con el compromiso vincular, la vocación de servicio, emprender juntos un camino, para posibilitar a estos cuerpos un nuevo proceso de aprendizaje mutuo.
El trabajar con Ellos en estas circunstancias, genera un desafío diario para ambos.
Sus logros, descubrimientos y emociones, les permiten nuevas vivencias a sus cuerpos y a sus vínculos.
Muchas veces su entusiasmo es el motor que me guía, me empuja, a seguir investigando en el vínculo con el cuerpo y todas sus posibilidades.